sábado, 28 de agosto de 2010

radicalización

Recién retorno a casa luego de mi participación en el Programa Delfín en la ciudad de Nuevo Vallarta, en Nayarit. Algo que me pareció incómodo fue no contar con Internet. El uso de Internet no estaba incluido en la reserva que se hizo para los asistentes al III Encuentro de Profesionales de la Investigación y Desarrollo Tecnológico (http://www.programadelfin.com.mx/). Hubiese deseado pagar por la conexión que costaba 180 pesos mexicanos por día y solo era accesible de forma individual. Pero me contuve en parte porque mis colegas, aún cuando lo requerían, no era una actividad de la que no se podía prescindir. De todas formas conté con Internet por medio del teléfono móvil, la conexión dentro del hotel era muy débil, un conjunto hotelero bajo el concepto residencias, lo cual me llevó a pensar que quizás podrían bloquear el acceso individual. Además, no contar con Internet evitó que me distraiga en otras cosas que no fueran lo que me había traído aquí y tuve razón. El día de mi reunión con los investigadores sobre tecnologías me apercibí de que yo era casi el único con algo preparado (diapositivas). No es algo que se considere necesario, pues todos nosotros vivimos cotidianamente hablando de tecnologías y desarrollando investigación relacionada con el tema, así que no era ningún problema explicar lo que hacemos.
Pero el asunto que deseo comentar es otro. Mi discurso se ha radicalizado. Ahora que estoy en casa y veo un artículo de otros colegas antes de ser enviado a un Congreso en otro país. Se habla de Educación. De Enseñar. De diseñar actividades de aprendizaje. De evaluar. De programar el aprendizaje de los estudiantes. De la relación maestro-tutor con los estudiantes-alumnos. de sitios como Moodle, tan terríficos para la enseñanza abierta, libre.
En la reunión de Vallarta sucedía lo mismo, teníamos que hablar como docentes de competencias digitales, de pasar página al diseño constructivista que al parecer ya no era la moda, de actividades de aprendizaje, objetos de aprendizaje, software educativo, obtención de recursos vía el gobierno y cumplir en consecuencia con las restricciones impuestas, de pensar en las instituciones de manera vertical pero de abajo hacia arriba: cómo incidir y proponer a los dueños de la educación algunas reformas que ahogan nuestro trabajo.
Las palabras "educación", "docencia", "diseño de actividades de aprendizaje", "el problema de la enseñanza", qué queremos enseñar y cómo evaluar lo que aprendieron de lo que quisimos enseñar, clasificar a los estudiantes de acuerdo a su "estilo de aprendizaje", meterlos en un conjunto cerrado con características semejantes, lo cual es imposible porque todos somos diferentes y cambiamos con el tiempo. No podía ni puedo negar la profesionalización de mis colegas y amigos, su trabajo científico, formal e interesante de la gran mayoría y cuya amistad conservo, me precio y enorgullezco de ello, pero mis ideas, mi lenguaje me hacen entender la imposibilidad de colaborar, de revisar y proponer adiciones al artículo que he recibido con una orientación en la que no puedo diferir y me veo obligado a no participar, fiel a los principios de innovación en que me estoy metiendo, inmerso en un campo de investigación que me apasiona y en el que poco a poco encuentro colegas y nuevos amigos, que aceptan arriesgar, incluso el empleo, por remar contracorriente, y no comer de la mano del poder, el pan condicionado que de esta forma se nos ha ofrecido.
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2 comentarios:

  1. Ya el lunes empiezo con el curso de Mecánica:
    http://mecanicadiscreta.blogspot.com/
    Saludos

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  2. Hola Eduardo,

    Si, claro que estoy pendiente de tu blog.

    Muchas gracias por el aviso.
    Edgar

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