martes, 19 de enero de 2010

Enseñanza tradicional en las Universidades Públicas

Este fin de semana tuve la oportunidad de convivir con un par de amigos que laboran en una Universidad Pública de un estado vecino al nuestro. Estuvimos tomando café en una de las plazas comerciales del Centro de la Ciudad donde intercambiamos algunos puntos de vista que me parecen interesantes para resaltar.
Mis dos amigos utilizan cierto grado de tecnologías como apoyo de sus cursos, uno más que el otro, pero en general se trata de software fuera de línea y el uso de Internet pasa prácticamente desapercibido. Ambos tienen una cosa en común: durante años y años siempre tienen un elevado porcentaje de alumnos reprobados. Eso me dio pie para cuestionarlos: ¿que hacen, que han hecho para modificar esta tendencia?
Haciendo una retrospectiva de los sitios donde yo he laborado o participado como alumno encuentro que algunos profesores se caracterizan por ser duros de aprobar, siempre tienen un alto índice de reprobados y este índice no cambia con el tiempo.
Mi amigo me cuenta que no es el único que imparte algunos de sus asignaturas, que existen otros pero que el es el único con el que los chicos no pueden aprobar. También me comenta que no habla para nada con los otros profesores que imparten la misma asignatura. "No tengo nada que hablar con ellos, cada quien es responsable de la actitud que asume ante los estudiantes, algunos profesores se caracterizan por aprobar a todo mundo, yo no."
Esto me parecía difícil de creer, pero es la realidad. Aún cuando pugnamos por demostrar la utilidad que significa la participación de los docentes en redes de Internet, sucede que en una misma Facultad de una Universidad, los profesores que imparten una misma asignatura ni siquiera se saludan. "No somos enemigos, simplemente cada quien asume su propio enfoque para impartir un mismo contenido que ya existe en el plan de estudios y evaluar de acuerdo a su propio criterio".
Así, aún cuando defienden el modelo clásico de instrucción, la realidad es que son Maestros competentes, que durante muchos años han utilizado un modelo de enseñanza basado en la comunicación Maestro-Alumno, evaluar con exámenes escritos, dejar tareas de casa, "al inicio de mis cursos dejo claro todo lo que significa: cómo voy a evaluar, qué libros utilizaré, qué tareas dejaré, cuando serán las evaluaciones y qué deben estudiar. Las reglas claras". Y claramente, existe una rigidez del modelo, son inflexibles.
Mis amigos argumentan que han intentado cambiar el modelo: a veces hacen la asistencia a clases obligatoria y la entrega de tareas obligatorias, otras veces no y concluyen que de todas maneras no existe un mejoramiento en la cantidad de estudiantes aprobados. Después presumen de lo que ya sabemos: unos cuantos estudiantes se destacan, obtienen buenas notas con ellos, lo cual justifica su labor y sus procedimientos. "Estos chicos se destacan cursando después algún posgrado dentro o fuera del País u obtienen algún empleo importante."
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